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Artículo publicado en El País el 22 de diciembre de 2018. |
Texto completo:
"La influencia del
dominio afectivo (creencias, actitudes y emociones) en la enseñanza y
aprendizaje de las Matemáticas es un tema de investigación, frecuente en la
agenda de aquellos que nos dedicamos a estudiar los problemas de la educación
matemática en la escuela. El País se ha hecho eco de estos resultados en
diferentes ocasiones.
Las emociones que se
generan hacia las Matemáticas tienen consecuencia en las actitudes y acciones
de los ciudadanos en la forma de abordar cuestiones cotidianas que tienen que
ver con los números y la información numérica. Ello, puede generar decisiones
absurdas y paradógicas que se justifican en base a sentimientos e informaciones
que no son capaces de asimilar y procesar de una manera lógica y racional. Si,
además, estas decisiones se ven influidas por otras cuestiones de carácter
social o económicas, es muy difícil mantener una conversación coherente que
ayude a modificar determinadas posturas en la población.
Son numerosos los
ejemplos que podemos encontrar, pero en estos días cercanos a la Lotería de
Navidad, los medios de comunicación nos recuerdan uno de ellos cuando se
refieren a la Lotería de Navidad. Las colas frecuentes y numerosas ante algunas
administraciones de loterías es una manifestación de lo que señalo. Hay personas
que están varias horas en largas filas para adquirir un décimo convencidos que
la probabilidad de que le toque el gordo es mayor que si lo compra en su barrio
o en su pueblo. En estas ocasiones, es muy difícil hacerles comprender que todos
los números que se juegan tienen la misma probabilidad de premio,
independientemente de donde lo compren. Es un ejemplo paradigmático que nos muestra
cómo lo emocional se impone a lo racional por encima del conocimiento
matemático, llevándonos a tomar una decisión que no tendría sentido si la
analizamos con un cierto rigor. Claro que esta situación no es solo propia de
las Matemáticas, también sucede en la política, por ejemplo.
Independientemente de
donde se compre, la probabilidad de obtener el premio gordo con un décimo
determinado es uno entre cien mil. Evidentemente, la administración o la ciudad
que venda más números diferentes tendrá una mayor probabilidad de que reparta
el gordo o cualquier otro premio de la lista. “Tu dices eso, pero verás como este año también esta administración
reparte más premios”, me dicen, sin reparar en mi razonamiento y,
consecuentemente, sin diferenciar entre los premios que reparte la
administración en su conjunto y la probabilidad de que a él le toque un premio
específico. Lo emotivo y lo social se impone sobre lo racional.
Las creencias sobre el
juego de la lotería influyen en la paciencia para estar en las colas y en la
decisión de comprar o rechazar algunos de los números que se les ofrecen. Así,
podemos observar que números con cifras repetidas como el 11.111 o con muchos
ceros como el 50.000 o los números bajos y el “00.000” son rechazados en la
idea que de que tienen más difícil salir. Alguno lo justifica recordando que el
cero nunca ha salido, pero olvidando que tampoco han salido otros 99.794 que también
están en el bombo. Para los escépticos diré que en más de una ocasión el gordo
ha caído en números con varias cifras repetidas y, en dos ocasiones, el gordo
ha repetido número.
Hay quien señala “llevo varios años apostando al mismo número,
ya me tiene que tocar”. Puede resultar humano ser fiel a algo, aunque sea a
un número, pero debemos de saber que esa actitud no aumenta la probabilidad de
alcanzar el gordo. Tampoco la disminuye el hecho de haber salido con
anterioridad. La fecha de mi cumpleaños, el aniversario de boda o la referencia
a otro evento reciente, tampoco da predilección al número que pueda formar.
Son algunos ejemplos
sobre la relación entre las emociones y las Matemáticas a propósito del sorteo
de la Navidad. Y que pueden servir de ejemplo de situaciones cotidianas que nos
señalan la importancia de modificar algunos aspectos relacionados con la
enseñanza/aprendizaje de las matemáticas y, por extensión de las ciencias. Y
nos muestra que una buena alfabetización matemática es útil en situaciones
familiares. A la vez, nos sugiere la importancia de modificar algunos aspectos
del currículo escolar en estas áreas que si bien se reconoce su importancia en
el desarrollo de la sociedad, siguen estando entre las más denostadas por los
estudiantes de secundaria y bachillerato."
Badajoz, 16 de diciembre de 2018
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