El diario HOY (15/11/2022) publica un artículo acerca de la implantación de la nueva ley educativa (LOMLOE) en relación con
el profesorado.
Os transcribo el texto para vuestra comodidad.
"Estos días cuando me
encuentro con profesores de matemáticas me hablan de su preocupación por la
implantación del nuevo currículo. Dos frases muy frecuentes: “Lorenzo,
existe mucha inquietud e incluso ansiedad, para incorporar el nuevo currículo
en las programaciones” y “¿Cómo se refleja en lo que hago en el aula?”.
La situación me recuerda mi primer día de clase como profesor de
matemáticas con alumnas de segundo de BUP, cuando con el nerviosismo del
principiante tenía dos objetivos claros: 1º. Mantener la clase dentro de unos
límites de tranquilidad y buena disciplina, y 2º. Explicar el número ´e`, que
es un número transcendente en matemáticas y con múltiples aplicaciones como
indicaba el primer tema del programa.
Estaba recién licenciado y no sabía cómo abordar la clase, así que
recordando mi experiencia discente cogí la tiza y siguiendo el libro de texto
me puse a hablar y a rellenar la pizarra de binomios, letras y números, paréntesis,
fracciones, etc. Las estudiantes no piaron, pero no se enteraron. Al día
siguiente, reinicié la lección intentando interaccionar con las alumnas. La
disciplina de la clase decayó, pero algunas captaron un poquito del contenido
transmitido.
Era consciente que ese proceder no era adecuado, pero nadé como pude
en medio de la corriente y sobreviví en aquel primer año de experiencia docente.
Recibía de mis compañeros más experimentados sabios consejos para mantener la
atención y cierta disciplina, pero poco sobre la metodología alternativa para
hacer una enseñanza más participativa, motivadora y eficaz. Muchos consejos y
orientaciones generales, pero poco sobre qué hacer en el aula para enseñar y
que las estudiantes aprendieran matemáticas, que era mi objetivo.
No es fácil, desarrollar la enseñanza si queremos que nuestros
estudiantes participen activamente en su aprendizaje e interactúen entre ellos,
asumimos integrar factores cognitivos y afectivo, salgan del ambiente escolar
para comprender el significado de los conocimientos escolares, etc. En general,
para que adquieran las competencias, generales y específicas, necesarias para
desenvolverse en el siglo XXI. Y no es fácil porque, además, cada profesor
tiene el objetivo fundamental, por imperativo legal, de que sus estudiantes consideren
todo lo anterior en relación a sus materias. Es decir, el profesor de
matemáticas tiene que procurar que los estudiantes adquieran el conocimiento y
significado de la proporcionalidad aritmética y geométrica, las ecuaciones, las
funciones, estadística, aprendan a resolver problemas, que utilicen las
herramientas digitales para desarrollar matemáticas, etc. teniendo en cuenta
las cuestiones anteriores.
Tenemos un currículo, con diferente estructura y nuevo lenguaje que ha
desencadenado una preocupación en el profesorado, sobre todo para elaborar y
adaptar las programaciones. “La evaluación nos tiene locos”. Como tantas veces
la administración aprueba una ley (en mi opinión es buena y necesaria), pero se
olvida que las necesidades de los profesores por lo que el éxito será difícil.
La falta de información y formación específica para su práctica
docente en relación con el nuevo marco legislativo es lo que provoca desazón en
el profesorado. No encuentran ayuda de los Centros de Profesores y Recursos,
donde en teoría se desarrolla la formación del profesorado, porque no hay
especialistas de Matemáticas ni de formación de profesores de matemáticas. He
consultado la lista de cursos a impartir en estos centros y es patente la
ausencia de referencias a la implementación del nuevo currículo en cada una de
las materias específicas que aborde cuestiones concretas de la actividad en el
aula. Ello, a pesar de las reiteradas recomendaciones del ministerio en tal
sentido que indican que “los programas de formación permanente deberán
contemplar la adecuación de los conocimientos y métodos a las didácticas
específicas”.
El profesor reconsiderará su conducta en el aula si tiene modelos
alternativos que haya experimentado, si está convencido de que debe hacerlo y si
tiene las herramientas, físicas e intelectuales, adecuadas para ello. No modifica
su conducta docente porque la administración lo indique en el BOE o en el DOE,
o con un curso de 20 ó 30 horas que desarrolle cuestiones generales de
educación. Esto así no funciona y a las pruebas (o la historia) me remito.
La administración regional debería analizar
en profundidad los procesos formativos para proporcionar conocimientos,
recursos y orientaciones específicas para organizar/desarrollar el trabajo
docente en el marco de las competencias generales y específicas descritas en
las propuestas curriculares. El objetivo de la
formación es dotarles de recursos para programar, describir, explicar,
interpretar, diseñar y gestionar acciones profesionales … que favorezcan el
aprendizaje de los estudiantes en cada una de las materias.
Si queremos que la formación permanente responda a las necesidades
reales del profesorado, esta debe concebirse desde las referencias a las
competencias docentes específicas de cada materia y desde los procesos
individuales de acción/reflexión/acción que les permita analizar “su
práctica profesional”, teniendo en cuenta modelos teóricos/prácticos de
referencia. Esta es la principal tarea de la Consejería de Educación y
Formación profesional en relación a la formación permanente de profesores.
Sin la implicación directa, voluntaria y decidida de los docentes es muy difícil implementar el nuevo currículo. Ahora es la administración quien tiene que dar respuesta a las inquietudes reales de los profesores."
Ramón Besonías |
No hay comentarios:
Publicar un comentario